Portar el tricolor nacional no es solo sinónimo de orgullo. De hecho, es ver reflejado el sueño que todo jugador quiere alcanzar demostrando no solo talento sino elegancia en el campo de juego como lo refleja Steven Lucumí. Sus movimientos, su precisión, su manera de controlar el balón además de su manejo perfecto de ambos perfiles, lo hacen el jugador diferente con ese estilo particular que es sinónimo de buen fútbol.